domingo, 30 de junio de 2024

 El nabo gigante

Alexséi Nikoláyevich Tolstói (adaptación)


Érase una vez un hombre viejo que

plantó un nabo y después dijo:

¡Crece, crece, pequeño nabo!

¡Crece y hazte mayor!

Y el nabo se hizo mayor y

dulce, y llegó a ser enorme.


Un día, el viejo fue a

arrancarlo. Haló y siguió halando,

pero no pudo conseguirlo.


Llamó a la mujer vieja.

La mujer haló al hombre.

El hombre haló al nabo.

Y halaron una y otra vez, pero

no pudieron arrancarlo
La mujer llamó a su nieta.

La nieta haló a la mujer.

La mujer haló al abuelo.

El abuelo haló al nabo.

Y halaron de nuevo una y otra vez,

pero no pudieron arrancarlo.

La nieta llamó al perro negro.

El perro haló a la nieta.

La nieta haló a la vieja.

La vieja haló al viejo.

El viejo haló al nabo.

Halaron una y otra vez,

pero no pudieron arrancarlo.

El perro negro llamó al gato.

El gato haló al perro.

El perro haló a la nieta.

La nieta haló a la abuela.

La abuela haló al abuelo.

El abuelo haló al nabo.

Halaron y halaron

una y otra vez,

pero tampoco

 pudieron arrancarlo.











El gato haló al perro.

El perro haló a la nieta.

La nieta haló a la abuela.

La abuela haló al abuelo.

El abuelo haló al nabo.

Halaron una y otra vez y,

finalmente, salió el nabo.

sábado, 29 de junio de 2024

 Los tres cerditos

Hans Christian Andersen

(adaptación)

 Había una vez tres cerditos que vivían

contentos en el bosque.

El más pequeño se construyó una casita

de paja. El otro se construyó

una casita con hojas y ramas.

El mayor se construyó una casita

con piedras y ladrillos.

Un día llegó el lobo a la casita de paja y

llamó a la puerta:

—Cerdito bonito, ábreme y déjame entrar.

—No quiero, lobo feroz, que me vas a matar.

Entonces el lobo se subió al techo de la casita y

empezó a dar saltos hasta que la hundió.

El cerdito salió corriendo y se metió con su

compañero en la casita de hojas y ramas.

Poco después llegó el lobo a la puerta:

—Amigos cerditos, ábranme

y déjenme entrar.

—No queremos, lobo feroz,

que nos vas a matar.

El lobo se subió al techo y empezó a dar

saltos hasta que hundió la casita.

Los dos cerditos salieron corriendo y se

metieron con su otro compañero en la

casita de piedras y ladrillos.

Poco después llegó el lobo y llamó a la puerta:

—Amigos cerditos, ábranme y déjenme entrar.

—No queremos, lobo feroz, que nos vas a matar.

El lobo se subió al tejado y empezó a dar saltos,

pero la casita era muy fuerte y no se hundió.

El lobo bajó del tejado y llamó al cerdito mayor por

la cerradura de la puerta:

—Oye, cerca del río hay un gran campo de

remolacha. Si quieres, iremos juntos mañana temprano y

traeremos mucha comida.

—Bueno −dijo el cerdito, ¿a qué hora?

—A las seis.

El cerdito fue a las cinco y recogió

las remolachas.

Cuando vino el lobo a buscarlo, le dijo por la

cerradura:

—Ya sé que me querías engañar. Por eso he

ido antes que tú.

El lobo se puso furioso, pero probó otra vez:

—Mira, en el huerto de arriba hay unas

hermosas manzanas maduras. Si quieres,

iremos a cogerlas mañana a las cinco.

El cerdito se levantó a las cuatro y se fue a coger

las manzanas antes que el lobo.

Cuando cogía las manzanas, subido al árbol, vio

venir al lobo.

El lobo se plantó debajo del manzano y dijo:

—Ya te he agarrado. ¿Cómo están las manzanas?

—Están bien maduras y dulces. Toma, pruébalas

−contestó el cerdito. Y tiró lejos una manzana.

Mientras el lobo iba a cogerla, el cerdito bajó del

árbol y se fue corriendo a su casa.

El lobo, furioso, subió al tejado y

quiso entrar por la chimenea, pero

los tres cerditos habían puesto una

caldera de agua al fuego y el lobo cayó

en el agua hirviendo.

Los cerditos bailaban contentos

porque ya podían vivir sin miedo al

lobo.

sábado, 5 de marzo de 2022

 La Gallinita Colorada

Anónimo (tradición venezolana)


La gallinita colorada andaba por el

patio picoteando y se encontró

un grano de trigo.

—¿Quién quiere venir conmigo a sembrar

este grano de trigo?

—Yo no, dijo el pato.



Y dijo el pavo:

—Yo me cansaré.



Y dijo la gallinita colorada

—Yo solita lo sembraré.

Cuando el trigo creció y estuvo maduro, la

gallinita preguntó:

—¿Quién me quiere ayudar a moler el trigo?

—Yo no, dijo el pato.

Y dijo el pavo:

—Yo me cansaré.

—Yo solita lo moleré, dijo la

gallinita colorada

Cuando terminó de moler el trigo y de

hacer la masa, la

gallinita preguntó:

—¿Quién quiere hacer el

pan conmigo?

—Yo no, dijo el pato.

Y dijo el pavo:

—Yo me cansaré.

Y dijo la gallinita colorada:

—Yo solita lo haré.

Cuando el pan estuvo listo y doradito, dijo la

gallinita:

—¿Quién quiere comerse conmigo el pan de

trigo?

El pato gritó:

—¡Yo, que soy tu amigo!

Y gritó el pavo:

—¡Yo, que también he sido tu amigo!

Y dijo la gallinita:

—¡No! Ahora me lo comeré con mis

pollitos, que son mis hijitos.


La margarita blanca

Tradición venezolana

(adaptado por Herminio Almendros)

 Era una vez una flor llamada

Margarita Blanca que vivía debajo de la

tierra en una casita caliente, tranquila y

oscura.

Un día oyó unos golpes muy suaves

en la ventana:

—Chas, chas, chas.

—¿Quién llama?

—Es la lluvia.

—¿Qué quiere la lluvia?

—Entrar en la casa.

—¡No se pasa! ¡No se pasa!

−dijo Margarita Blanca, que tenía

mucho miedo del frío porque era invierno.

Pasaron muchos días y oyó otros

golpecitos en la puerta.

—Tun, tun, tun.

—¿Quién llama?

—Es el Sol.

—¿Qué quiere el Sol?

—Entrar en la casa.

—¡Todavía no se pasa! ¡Todavía no se pasa!

−dijo Margarita Blanca,

y se durmió tranquila.

Después de muchos días, volvieron a tocar a

la puerta y a la ventana.

—Tun, tun, tun.

—Chas, chas, chas.

—¿Quién llama?

—Es el Sol y la lluvia, la lluvia y el Sol.

—¿Y qué quieren el Sol y la lluvia, la lluvia

y el Sol?

—Queremos entrar, queremos entrar.

—Pues pasen los dos −dijo

Margarita Blanca.

Y abrió una rendijita por donde se escurrieron el

Sol y la lluvia dentro de la casa.

Entonces la lluvia la tomó por la mano derecha y

el Sol la tomó por la mano izquierda y halaron a

Margarita Blanca, halaron y halaron hasta arriba y

dijeron:

—¡Margarita, Margarita, asoma tu

cabecita!

Margarita Blanca pasó su cabecita a

través de la tierra y se encontró en

un jardín precioso, con mariposas,

pájaros y niños que jugaban a la

rueda cantando:

Ya sale Margarita

vestida de percal

con sombrero amarillo

y verde delantal.

Caracol, caracol,

saca los cuernos al sol.

Con la cara empolvada

Margarita ha salido

a correr por el prado

luciendo su vestido.

Y Margarita se abrió toda blanca con

su moñito rubio.


 

sábado, 19 de febrero de 2022

Cuentos de Nunca Acabar

.

En un charco había

una mosca

Anónimo (tradición venezolana)

En un charco había una mosca

y con la mosca un mosquito,

si no te has enterado

te lo cuento despacito.

En un charco había una mosca

y con la mosca un mosquito,

si no te has enterado

te lo cuento más bajito.

En un charco había una mosca

y con la mosca un mosquito,

si no te has enterado

te lo cuento rapidito...



José se llamaba el padre 

José se llamaba el padre,

Josefina la mamá,

y al hijo que tuvieron

le pusieron...

José se llamaba el padre...



El sapo sarapo

Anónimo (tradición venezolana)

Dice que había

un sapo sarapo.

Dice que había

un sapo sarapo

con un pantalón de trapo

y su calzón al revés.

—¿Quieres que te lo cuente otra vez?







martes, 11 de enero de 2022

Cuentos Corticos

Cuentos Corticos

 

Era una vez una danta

que se cayó de trompa

y se rompió la garganta.

 

Este era un muchachito gritón

que abrió la bocota

y se tragó un limón.

 

Había una vez

una princesa muy graciosa,

se asomó a un pozo

y se cayó por curiosa.

 

Este es el cuento de una ardilla,

lo empiezo a contar

y se acaba enseguidilla.

 

Un ratoncito en una alacena

estaba encaramado,

se quiso bajar y… ¡cataplún!


Había una vez

un gatico francés,

cayó de cabeza

y quedó al revés.